Ana suspiró y deshizo el abrazo.
—Vamos a bajar ya, Claudine no puede prepararlo todo sola —dijo. Inspiró el frío de la mañana mientras se ponía su misma chaqueta abrigada. Se frotó las manos —. ¿No ha llegado muy pronto el invierno?
—Tienes razón, no es normal que haga tanto frío.
—¿David, Ana? —los llamó una voz femenina desde abajo. Escucharon ladrar a la perra de su hermano—. ¿Estáis despiertos?
Los mellizos se miraron y sonrieron casi a la vez. Los escalones de madera crujieron cuando sus pies metidos en calientes zapatillas de fieltro forrado los fueron pisando uno a uno. En la planta baja del edificio habían habilitado una única estancia en la que se combinaban la cocina y un modesto salón. La chimenea llenaba la habitación con su luz rojiza y cálida. En una mecedora estaba sentado Héctor, que movió la cabeza cuando los escuchó bajar.
—Buenos días, muchachos —los saludó Claudine, al tiempo que recogía su melena, que ya empezaba a blanquearse, con una cinta de raso y flores de hilo amarillo—. ¿Qué tal habéis dormido?
—Hola, Claudine —Ana la besó en la mejilla y se recogió también sus rizos oscuros—. Bueno, he dormido mejor otras noches. Me despertó el frío.
—¿También a ti? —la mujer fue hasta el armario y sacó un cuenco de barro—. Entonces no ha sido una impresión mía. Ha venido muy pronto el invierno.
—Pues yo he dormido como un tronco —murmuró David, bostezando y estirando los brazos—. ¿Lucien y Eric siguen durmiendo?
Claudine soltó una carcajada. A David le gustaba la risa de esa mujer.
—Como si no conocieras a mi marido. Él tendría que despertar al gallo con sus madrugones. En cuanto se ha levantado, ha puesto en pie a Eric y han salido. Han ido a ver a Leffou, quería que hoy desayunáramos pan caliente. David, ¿te importa ir a ordeñar a la cabra? Ana, querida, tú ven conmigo, tenemos que abrir el taller.
—De acuerdo —Ana dejó de rascarle las orejas a Daga para ponerse al lado de la puerta, rápida como un corzo—. ¡Despierta, David!
—¿A la cabra? —gimió él.
—Ahá —Claudine depositó el cubo de lata sobre sus manos.
—Pero hace frío...
—Abrígate, que no será por tela en esta casa. Vamos, Ana.
—Vuelve de las nubes, hermano —canturreó Héctor cuando escuchó la puerta cerrarse tras las dos mujeres—. ¿Es que no te apetece tomar lecha calentita, con el frío que hace?
—¿Vas tú a ordeñar a ese animal? —gruñó David.
—Sabes que si pudiera lo haría —se rió Héctor—. De hecho, estoy pensando que no es muy complicado. Quizá si pueda hacerlo.
—No, quédate en casa —David fue hasta el perchero y se puso una chaqueta y una bufanda—. Hoy hace mucho frío, no vayas a enfermar.
—De verdad que puedo ir yo —insistió Héctor, haciendo amago de ponerse de pie.
—Mañana, tal vez, ¿de acuerdo?
—De acuerdo —su hermano sonrió—. Asegúrate de que coges a la cabra de las ubres, y no de los cuernos.
—¿Es que hoy nos hemos levantado todos graciosos? —protestó David, co una sonrisa enorme cuando escuchó la risa cantarina de su hermano.
David salió por una pequeña puerta a un cuarto oscuro pero bien resguardado del frío y la humedad, donde estaban guardados los rollos de tela, las pocas herramientas de labranza que conservaba Lucien, el marido de Claudine, y un par de trastos acumulando polvo. El muchacho tanteó con la mano hasta tocar una portezuela de madera. Chirrió al abrirse, goteando una fría escarcha sobre su cabeza.
El cuarto cerrado que acababa de cruzar había sido en realidad una cuadra que podría haber albergado a dos caballos o mulas. Pero como el matrimonio sólo tenía una cabra, había adaptado la vivienda según su oficio, dejando el espacio suficiente al animal para resguardarse del frío en invierno y tomar el sol en verano.
Cuando David llegó, la cabra agitó la cabeza y con ella la campana de latón que le colgaba del cuello. Al chico siempre le había hecho gracia ese sonido.
—Buenos días, Penélope —no podía pronunciar el nombre sin reírse—. ¿Sabes a quién le toca ahora darme los buenos días a mí?
Aun le queda para la parte emocionante, pero me gusta recordar estos momentos de presentación del lugar y de los personajes ^^
ResponderEliminarYa estoy esperando el siguiente, jejej.