Dedicado muy especialmente a Javier Romero.
Por creer en esta historia desde el principio.
Gracias.

20 de diciembre de 2011

XXX.

En el trayecto de vuelta, no se dijeron palabra. Eric parecía muy ofendido con el silencio de David, y él simplemente estaba abstraído en su pensamiento. Al llegar a casa, no encontraron a nadie dentro. El adolescente se quedó en el taller para terminar los bajos bordados de un vestido. David subió las escaleras y Daga lo recibió, muy contenta, con bufidos y lametones. Él le acarició la cabeza mecánicamente y fue hasta la ventana.

La cortina que separaba su cama de la de Héctor estaba echada; su hermano mayor estaría durmiendo. Se apoyó en el vano y miró la oscuridad comerse el pueblo poco a poco, los faroles que iluminaban las calles eran como las estrellas: un intento de luz y claridad en un vacío negro y aterrador. Se cruzó de brazos para darse calor en los dedos. Suspiró, su aliento empañó el cristal. Distraído, dibujó una estrella sobre el vaho, que desapareció a los pocos segundos.

El Cazador de Estrellas, pensó. Tantos años escuchando el mito, para que al final fuese cierto. El pájaro salía las noches de luna nueva y luna menguante porque era la propia Luna la que pretendía capturarlo. Se comía las estrellas, volaba por el cielo y las apagaba. Un cuento pintoresco para la tradición, no era la primera vez que alguien pedía una toga o una capa con el animalito. Sin embargo, la leyenda decía que se comía los corazones humanos porque, con la fuerza de éstos, podía volar bajo la luna. David siempre había pensado que era la excusa para asustar a los niños, en Saint Polain gustaban mucho de cuentos macabros.

¿Quién habría imaginado que aquello podía ser real?

Apoyó la frente en el cristal congelado. Y, de pronto, le dio la sensación de que estaba obviando algo importante. Que se estaba olvidando de algo… fundamental. Bajó los párpados. Como cada vez que lo hacía, volvieron el frío, los recuerdos de noche, el Cazador de Estrellas, huir, correr, aquella masa negra con los ojos vacíos, el olor de la muerte, los cadáveres…

Levantó la barbilla. ¡Los cadáveres! ¡Los cadáveres de las mujeres Freg seguían en la granja!

Como si el propio Dios le hubiese leído la mente, la campana de la iglesia empezó a tañer con violencia, de un lado a otro, enloquecida. Daga empezó a ladrar, Héctor ahogó una exclamación al otro lado de la cortina. David corrió la cortina y cogió de la mano a su hermano mayor. Se escucharon pasos apresurados en la escalera. Eric irrumpió en la habitación con la lengua colgando y los ojos desorbitados. La perra no dejaba de ladrar, daba vueltas sobre sí misma, mordía el aire. Al joven hijo de los Begnat le temblaban los labios.

—Han… alguien se ha… las Freg. ¡Alguien ha matado a la señora Freg y a sus hijas!

2 comentarios:

  1. Misterio misterioso... ¿quién o qué las habrá matado? XD

    ¡Yo quiero otro capitulo!

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  2. Así va a ser difícil que Ana olvide lo que ha pasado...

    Volverá a aparecer el cazador de estrellas?
    Habrá acabado del todo con el espectro ese?
    Qué les pasará a los mellizos?

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