Dedicado muy especialmente a Javier Romero.
Por creer en esta historia desde el principio.
Gracias.

10 de agosto de 2011

XIII.

La razón principal de que David no quisiera entrar en la casa es que no sabía cómo dirigirse a las personas a la hora de hablar. Le daba vergüenza o simplemente no le gustaba. Ana lo sabía y le prometió que sería rápido. David lo que quería era meterse en la cama (porque se imaginó que su hermana dormiría con Héctor y a él le tocaría con Ángela) para apaciguar su terrible dolor de cabeza. Las manos, metidas en los bolsillos para calentarse, conservaban el olor de la muerte. Subía hasta la nariz del muchacho, dándole arcadas.

Levantó la vista al cielo y se dedicó a observar las estrellas. Ya no hacía ni una pizca de viento. El cielo se había despejado y estaba cuajado de brillantes puntitos. Se acurrucó contra la pared y le temblaron los labios. No hacía viento, pero estaba congelado.

Sus ojos volvieron al cielo. Y le pareció ver una estrella fugaz.

Parpadeó, sorprendido. Una suave brisa le meció los cabellos. La oscuridad del cielo lo tenía hipnotizado. El brillo de las estrellas era muy intenso. Y bello. Movió los labios, articulando palabras sin sonido. De su garganta trepó un chorro de voz y pudo musitar, al aire frío de la calle:

Cuando la luna se levanta en el cielo

y pretendes volver atrás,

tu camino se postra a tus pies

y en sus pupilas la luz te reflejará.

No supo si fue una imaginación, pero las estrellas parpadearon un segundo. La tierra se removió. El viento empezó a barrer las hojas del suelo, a ganar velocidad, fuerza. Las luces de la calle empequeñecieron.

Si deseas contemplar

su plumaje brillante

y sus lágrimas como plata,

mira la bóveda del cielo sobre ti

y siente que el viento te abraza.

Míralo, mírala, mírale

brillando bajo la Luna.

Míralo, mírala, mírale

entre la niebla y la bruma.

Las casas crujieron como si se estuvieran viniendo abajo. El viento se convirtió en un torrente salvaje de aire. Las estrellas parpadearon. La tierra se contrajo sobre sí misma.

Contempla un mundo muriendo bajo sus garras.

¿Dónde se había metido Ana?

Contempla al Cazador de Estrellas mientras el mundo estalla.

Un grito se hizo pedazos contra el cielo.

David pareció despertar, de pronto. Meneó la cabeza, como salido de un trance. Se frotó los ojos, estaba convencido de haber escuchado chillar… algo. No un humano, sino… un animal. ¿Un pájaro? Paseó la mirada por las estrellas, que seguían titilando como antes. No hacía viento, la calle estaba sumida en un sereno silencio, no había nada fuera de su lugar.

Bajó la cabeza y pensó en su hermana. Quizá tuviera razón, y todavía se tragaba aquellos embustes para niños. Se sonrió. La canción… ¿qué esperaba que ocurriera?

De repente un viento congelado barrió la calle. David se encogió sobre sí mismo y escuchó el gemido de los árboles del bosque. El mismo bosque donde esa mañana se habían encontrado a los Freg muertos. Se puso derecho. Se volvió hacia la derecha. Donde la calle que cruzaba el pueblo se convertía en camino, en dirección a las granjas de alrededor, a los molinos. En dirección al río. En dirección al bosque.

1 comentario:

  1. Cómo se le ocurre cantar esa canción en una noche así?
    Loco? o en trance?

    Ahora viene lo mejor ^^

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