Dedicado muy especialmente a Javier Romero.
Por creer en esta historia desde el principio.
Gracias.

22 de marzo de 2012

XXXVII.


—¿Hm? —el capitán no sabía por qué el cura había contestado aquello. Ni se lo imaginaba, ni tampoco le interesaba. Decidió cambiar de tema, siguió pasando las páginas—. No está mal. ¿Dice que lo consiguió barato? No soy un experto, pero los códices iluminados van caros últimamente.

—Bueno, depende del taller —carraspeó, un tanto avergonzado—, de la mano de obra, de los colores… éste, por ejemplo, no es original. Es una copia de un joven estudiante de teología, que vive en Exeter. Un querido amigo del oficio me lo presentó y me habló de su talento como iluminador. Resulta curioso, porque la única formación que ese muchacho ha recibido sobre religión ha sido en la universidad. Y fíjese, fíjese como pinta. Olvide lo desvaído de los colores, no tendría para pagarse algo mejor. Pero atento a estas líneas, a estos trazos. Mire los ojos, las manos, las garras de los animales y los fondos. Son… la verdad es que son magníficos. Por eso lo compré.

—¿No es original, dice? Evaluando el talento del mozo, se podría decir que sí es original. Al fin y al cabo, lo han hecho sus manos y su cabeza. ¿Por qué no considerarlo una obra original?

El cura arqueó una ceja.

—Estaba copiando a Volgazagra. Él hizo el dibujo original, y tuvo tanto éxito que todas las abadías quisieron unirse a la fiebre apocalíptica. Es el libro más vendido de todos nuestros tiempos, capitán Lorraine; cualquier iniciado en teología o cualquier amante del arte querría tener uno en su poder.

—Pero no todos son originales, entonces, porque el beato sólo hizo uno —apuntó el capitán. El cura meneó la cabeza.

—Hizo dos más, puramente originales, y el resto los dispersó por diferentes talleres. Pero en algunas ocasiones la copia es tan fiel, que resulta casi imposible diferenciarlos del auténtico. En Velônia hay muy buenos iluminadores. Los discípulos del beato lo copiaron para venderlo.

—¿Pero no me ha dicho que este muchacho no era cura?

—Por eso lo singular de este ejemplar —sonrió el sacerdote, palpando el libro como quien acaricia a un perro fiel—. Este muchacho tiene talento innato para el arte y la iluminación, debió hacerlo casi por pasión. Dice mucho en su favor, ¿no le parece? Un devoto artista. Ahora que lo pienso, debería invitarlo a pasar unos días aquí, en Saint Polain.

—Si es un artista, entonces esto es original —insistía el capitán, dando golpes en las páginas con el dedo.

—Que no, le digo, que estaba copiando al Beato de Volgazagra. No creo que viniera la Gracia Divina a inspirarlo. Por Dios, qué barbaridad acabo de decir.

—Sí, le costará un avemaría de más —farfulló Hans Lorraine.

El cura arrugó la nariz.

—Si este chico hubiese pintado un original, me habría costado una fortuna.

—¿Usted ha visto el original?

—La verdad es que no.

—Pues habría que ver cómo pintarrajea el tal Volgazagra —replicó Lorraine, volviendo por un momento a la página del Cazador de Estrellas—. Quién sabe, igual esto ha sido aportación voluntaria del iluminado…

—Iluminador.

—Lo mismo es. ¿Dice que quiere invitarlo a venir? Buena idea —Hans Lorraine cerró el libro con brusquedad—. Igual su inspiración puede sernos útil para esclarecer qué demonios ha pasado días atrás. 

El sacerdote tomó el libro con cuidado, lo abrazó paternalmente y miró de reojo al capitán. Tenía los puños de la camisa manchados de sangre oscura, y los ojos enrojecidos. Las venas del cuello latían con fuerza, la barba no escondía su maxilar apretado. Lucía profundas ojeras. Le puso la mano en el hombro y lo miró, grave.

—Váyase a casa y descanse, haga el favor. Mañana tiene que seguir con su trabajo y yo tengo que preparar la misa para… las mujeres Freg. ¿Les ha llevado los cuerpos a los Begnat?

El capitán se masajeó las sienes y negó con la cabeza.

—No iba a interrumpir el sueño de esta gente, que también se merecen un descanso. Además, poco iban a hacer esta noche. David estaba allí, y lo ha visto todo. Después ha aparecido Ana. Esos dos no se separan nunca, ¿eh? Mañana por la mañana… les llevaremos los cadáveres —hubo un momento de silencio. El sacerdote seguía sosteniendo el códice entre los brazos. Hans Lorraine y levantó la cabeza y sus ojos cansados deambularon por el techo—. ¿Ha pensado alguna vez en el trabajo de esa gente? ¿Lo ha pensado con tranquilidad? Tienen que arreglar cuerpos destrozados para que queden decentes en el velatorio. A veces me sorprendo de la vanidad del ser humano. Mejor sería tirarlos a todos a un foso, acabaríamos antes.

—¡Capitán! —exclamó el cura, dando un paso atrás—. ¡Le pido, por Dios, que no blasfeme en esta casa! Esas pobres mujeres tienen derecho a un entierro cristiano, como lo tuvieron sus hijos, ¡por el bien de sus almas!

—¿Cuidar de las almas de los muertos en detrimento del estado mental de los vivos? —él se volvió, con las pupilas centelleantes—. ¿Pero usted me escucha cuando le hablo? Hablo de coser bocas, manos, piernas y dedos; limpiar caras y remendar tripas para poner a cuerpos marchitos un vestido elegante, que les lucirá de maravilla por toda la eternidad. ¿Ha pensado en cómo se tiene que sentir esa gente? ¿En toda esa sangre manchando las blancas manos de Ana…?

A cada frase, el capitán había avanzado un paso, levantado la voz y vuelto la expresión de su cara un poco más feroz. Casi tenía acorralado al cura contra la pared. Sin embargo, no era un hombre que se amedrentase con los gritos. Muy sereno, apartó a Lorraine de su lado, con calma, y con la mirada torva lo invitó a marcharse de nuevo.

Él soltó un resoplido, se irguió y se despidió del cura con un tono ácido. El religioso se quedó solo, con su vela casi consumida y su códice iluminado. Se sentó de nuevo, pasó las páginas y se quedó delante de la imagen del Cazador de Estrellas. Se preguntó si también estaría en el original de Volgazagra. Pensó en escribirle al muchacho autor, pensó en la misa del día siguiente, y en los mellizos Cambroix limpiando sangre y cosiendo tripas. Pensó tanto que empezaron a cerrársele los ojos, y arrastrando los pies se dejó caer en la cama.

El códice se quedó abierto por la misma página. 

1 comentario:

  1. Que manía con que era un "original" XD

    Tendrá algo que ver el "iluminador" con el cazador de estrellas?
    O sólo lo dibujó, como bien ha dicho el cura, inspirándose en leyendas?

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